Pues sí, aquí estamos hoy nuevamente, y este escrito nace
tras haber estado charlando ya hace unas semanas y también hace unos días con
unas buenas amigas y en compañía de mi encantadora esclava Shelín{AD}, y alguna
pregunta que me han hecho en el pasado algún que otro amigo/a o conocido/a.
Lo cierto es que como muchas personas pensarían cuando les
preguntas que busca, y vienen a soltarte el estereotipo “príncipe o princesa
azul” esa imagen idealizada que muchos hemos tenido en la cabeza de cosas que
no existen, o que difícilmente de existir pudiesen acabar a nuestro lado.
Digamos que el paso de los años desde que aún era un chaval
con 18 años, a los que dentro de poco llegaré a mis 34 primaveras cuando he escrito este artículo 2012, me hacen
pensar que me he vuelto realista, aun sin haber dejado de ser idealista en
cuanto a valores, quizá me estoy volviendo un romántico en cuanto al BDSM se
refiere, o más maniático con el paso de cada año y de las situaciones que me
han ido tocando en la vida y más concretamente con lo que he ido viviendo y
practicando en el BDSM.
Desde luego antes de empezar a chacharear diré que nada en
esta vida es perfecto y eso mismo me lo podría confirmar cualquiera de los que
estén leyendo estas líneas pero para no andarme con tantos rodeos iré a la
cuestión que me atañe sin más dilación.
Para mí personalmente lo que más valoro en una sumisa y si
utilizo el término “buscar” referido / enfocado a lo valorable, más allá de que
la sumisa sea más agraciada, o menos agraciada, delgada, rellenita, o con sobre
peso, con más o menos tetas, el color de los ojos o del pelo y demás tonterías
a las que en más de un chat se le da importancia lejos del tipo como cito a continuación:
- Cuanto pesas y mides zorra!, cuantos años tienes!, de que
tamaño tienes la lenteja
(a lo que algunos hemos llegado a la conclusión de que
se referían al “clítoris”),
- Cual es la cosa mas fuerte que has hecho.
(aparte de
estar teniendo que aguantar conversación del elemento en cuestión)
A mi lo que
me importa y lo que busco en cuestión es otra cosa bien distinta… y no, no es
una cuestión de frase o párrafo hecho para ponerme bien puesto y parecer un Amo
más “Cool”, puesto que para que quienes me conocen de primera mano, y en persona
pueden avalar que he tenido más de una sumisa en el pasado con algún problema
físico motriz o de malformación, etc, y eso no nos detuvo ni las hacía menos
atractivas, atentas, eficientes y valoradas en su entrega y condición hacia mí,
al contrario su superación me llenaba de orgullo y aunque hoy ya no estén
conmigo, por las circunstancias que fuese, aún sigo teniéndoles gran cariño aun
el paso del tiempo, independientemente de las circunstancias del pasado.
Para mí la entrega no es un simple juego, el BDSM puede ser
un estilo y forma de vida, una cultura, incluso un juego, pero para mí algo tan
simple como jugar al parchís tiene unas reglas básicas y en lo que a mi persona
respecta y a lo que valoro y “busco” en una sumisa que pretenda entregarse a mí,
ganarse mi collar de propiedad y hacerlo valer requiere tres cuestiones
que considero básicas.
La primera, seriedad, y esto no viene a ser que nos vayamos
a poner todo el día serios como guardias, mirándonos las caras, con una ley
escrita en piedra que diga “prohibido reír, sonreír, juguetear”.
Muchas
personas me consideran una persona seria, y que debería reírme más (o eso
dicen) y palabra que uno se ríe, pero la cara con la que uno ha nacido es de
semblante serio, y eso aunque algunos lloren porque quisieran verme reír a
diario, o sonreír en las fotos, no tienen nada que ver con lo que me refiero.
Cuando me refiero a “seriedad” me refiero a tomarse en serio el hecho de que
esa sumisa realmente quiera intentar formar parte de mí, no diré esa frase
hecha de “debe de estar segura de iniciar su camino conmigo” porque en esta
vida nadie está seguro a la hora de entregarse y ponerse en las manos de nadie,
pero por lo menos, sí que ser seria a la hora de saber que es a eso a lo que
pretende intentar y aspirar.
La segunda, es más bien un conjunto de valores. Muchos me
dirán, ¡No, no! Pero que dice! Lo más importante es la entrega!. Pues bien, con
el paso del tiempo y la experiencia y habiendo visto de todo, desde
sumisas/esclavas que decían ser entregadísimas, a locas (de eso ya algunos y yo
mismo bromean diciendo “que tengo un Master en locas en la universidad de la
vida”, interesadas, aprovechadas, en fin y un largo etc, y afortunadamente
sumisas y esclavas con la cabeza bien amueblada con sus virtudes y defectos
como toda persona en la vida… una candidata a sumisa u esclava mía ha de tener
presente y formar parte de ella los siguientes valores: Honestidad, Respeto,
Humildad, y complicidad, y entrega real. Evidentemente yo que pido esto, no voy
a ofrecer algo distinto de lo que pido, además de sumarle por mi parte que
corresponde, responsabilidad, protección y atención según corresponda y
dosificada esta última en la medida de sus progresos y sus esfuerzos como
premio.
La tercera, y no menos importante, la armonía, la sumisa u
esclava que pretenda ofrecerme su entrega y llegar a formar parte de mí, y por
tanto de mi “familia” puesto que tengo una esclava personal y sumisa, ha de
entender que al comenzar a formar parte de mi “vida y relación bdsm” desde un
comienzo, ya sea en consideración, adiestramiento o una vez conseguido el
collar de propiedad, no es, y no será la única, y que el resto de esclavas y/o
sumisas que forman parte de Mí, o desde ese momento nuestra familia, se
convertirán en sus hermanas, ninguna más alta que otra, ni con más privilegios,
ni vistas de distinta manera, ni habrá un contador que diga o muestre con cual
se pasa más o menos tiempo con su Amo con esta hermana o la otra, puesto que
todas comparten sumisión con su mismo Amo, y deben aprender a ser cómplices con
su Amo y entre ellas, manteniendo una armonía, y de que existir un problema han
de acudir a su Amo, y no ceñirse a batallas internas personales o de
grupúsculos porque eso llegaría a suponer de llegar a mi conocimiento, o de
notarlo, el coger las maletas, dejar el collar, bien por su propia iniciativa o
por decisión mía como Amo y cabeza de familia en la relación BDSM, ya sea, una,
dos, 5, o 200 (menos mal que no llegaré jamás a ese número).
Una sumisa u esclava que forme parte de mí, o de como yo la
llamo, “mi familia” ha de entender que viva bajo 24/7 bajo mi mismo techo, o
fuera de él, ha de estar siempre a mi plena y total disposición, evidentemente
puedo tener consideración ante circunstancias laborales, familiares, o de
carácter social que considere importantes para su bienestar o progreso laboral,
educativo, estabilidad familiar, sumisas que tienen hijos, que están casadas y
viven una doble vida (cosa que he llegado a vivir en alguna ocasión, teniendo
una sumisa con una hija pequeña), sumisas u esclavas que pese a su entrega, se
encuentran enfermas, etc, requieren cierta consideración de pura lógica, y que
puede compatibilizarse sin dejar de jugar, simplemente hay que saber hacerlo y
ajustarse a la realidad.
Sin embargo, fuera de esos contextos o situaciones
excusables, una sumisa ha de saber que por su entrega, han de acudir sin
excusas, o valoraciones a la llamada de su Amo si éste así lo requiere, o
cumpla sus ordenes en mayor o menos medida de sus capacidades u habilidades
aunque no vaya a salir “perfecto”, pero por lo menos ha de asegurarse en poner
todo de su parte para superarse, y esto por mi parte será valorado, y tomado en
cuenta en todo su camino a mi lado.
Yo no busco una sumisa u esclava que diga ser entregada,
cualquiera puede decirte que te da su entrega, otra cosa muy distinta es
demostrarlo, y como siempre suelo decir, hay cosas que no pueden simularse
durante largo tiempo porque como todo barro a la pared que se tira, éste acaba
cayendo por su falta de agarre y por su peso.
No sería la primera y última vez
que me encuentro con alguna sumisa que dice ser muy entregada, o que intenta
impresionarme con sus habilidades, y que con el tiempo llega a destaparse que
nada va más allá de creer, que el BDSM o la relación de bdsm para con su Amo y
hermanas, no es más que un pasatiempo, un hobby, o algo para lo que pasar el
rato cuando está aburrida, que de pronto ella es la que valora lo que más le
conviene hacer y lo que no, o a lo que no tiene porqué dar explicaciones,
cortar comunicación, desaparecer y aún así ir llevando una bandera ondeante de
esa frase tan usada de “mi cuerpo, mi mente y mi voluntad le pertenecen mi
Amo”, pero que, a la hora de la verdad, nada más lejos de la realidad, o como
digo yo “cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia”, y al final
aunque siempre quedan los buenos momentos, y como digo yo, de la pérdida de
tiempo que pueda resultar y mal sabor de boca por haber creído ante el don tan
preciado que te habían hecho entrega y del que un Amo llega a sentirse
plenamente orgulloso.
Al final te dices a ti mismo por muy bien o muy mal que
pueda acabar pese a la falta de honestidad y demás, que al fin y al cabo has
ganado experiencia, para bien y para mal, y que de ahí en un futuro, ninguna de
ellas, han de pagar los errores de otras, puesto que sería absurdo, sería como
si yo tuviese que pagar los errores de un ex Amo de alguna sumisa, o entre
ellas de sus antiguas hermanas.
En resumen, una posible candidata con interés en ofrecerme
su entrega, tiene que tener claro que en todo momento desde el principio ha de
ser honesta y humilde conmigo y para quienes se llegarían a convertir en sus
hermanas en sumisión hacia mí, ha de entender que ha de tener que contar
conmigo en todas las facetas de su vida, de que compartirá sensaciones,
sentimientos y vivencias, algo más allá que ordenes, azotes, perversión, dolor,
placer, no ciñéndose únicamente a esto, y de que tendrá que acudir a satisfacer
los deseos de su Amo, de acudir a mi llamada, estar dispuesta a escuchar sus
consejos más o menos acertados, atender a mis ordenes, deseos, caprichos,
aguantar mis manías, mis errores y aciertos y que mi interés principal será
siempre la continuidad de todas a mi lado por igual, sea bajo el mismo techo u
allí donde habite u esté, atender a mi llamada por teléfono así como a mis
ordenes en la distancia.
En una palabra, complicidad, una gran complicidad,
bajo sentimientos y sensaciones y la responsabilidad de aquel que lleva consigo
en todo momento en su cuello, mostrando su collar con orgullo frente a su Amo,
frente a otros, frente a sus hermanas, o los símbolos sustitutos para las
situaciones en los que por alguna circunstancia en su vida cotidiana en otros
lugares como el trabajo pueda portar y seguir recordando a quien se debe, por
quien ha de mejorar ella misma, y para quién, y porqué ha de sentirse orgullosa
y hacer sentir orgulloso de sus progresos, de saber que tiene a alguien que le
importa y querrá estar informado de su estado, de cómo se encuentra, de hacia
donde camina, y que valorará cada esfuerzo, resolución de ordenes dadas
ejecutadas, bajo un único consenso, y el respeto mutuo, cada uno en su rol y
lugar que le compete, como una unidad, sin tener que pedir explicaciones del
porqué su Amo hace esto o lo otro, ni juzgar las ordenes, deseos o caprichos de
a quien se debe, porque como Amo, yo tendré en cuenta todos sus deseos, sueños,
perversiones, anhelos, ilusiones, materializándolos según estime conveniente o
considere se los haya ganado, o merezca por su entrega y esfuerzo hacia mí como
Amo.
El resto, no es menos importante, pero para mí es accesorio.